Por Adriana Gil
Ignorando la existencia del continente americano, un 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón inicia su primer viaje hacia el oeste con la idea de encontrar un camino más corto para conseguir las apreciadas especias producidas por Asia. Estos productos, tales como la canela, el clavo de olor, el azafrán y el jengibre eran muy codiciados, pero se vendían a precios altísimos, incluso con pago en oro. La ruta por el continente europeo se hacia cada vez más difícil y riesgosa por el poderío militar del imperio Otomano cuyas fuerzas militares había que sortear a expensas de elevados costos expedicionarios.
Cristóbal Colón pretendía guiarse por los documentos de Los Viajes de Marco Polo con abundantes notas acerca de Asia y sus riquezas. Sin embargo, los conocimientos cartográficos de la época eran muy limitados e insuficientes respecto a las rutas marítimas. Había iniciado años antes diversos viajes por mar aprendiendo el oficio de navegante y con el tiempo compartió su interés expedicionario con personalidades, estudiosos y comerciantes que procuraban la adquisición más barata de las especias.
Para la realización de su viaje necesitaba financiación y decide recurrir primero al rey Juan II de Portugal quien rechazó el proyecto. A partir de ahí consigue que su propuesta sea aceptada por los reyes de Castilla y Aragón.
El 3 de agosto parten del Puerto de Palos, tres embarcaciones La Pinta, La Niña y la nave Santa María rumbo a las Islas Canarias. El 12 de octubre llegan a las costas de un continente ya habitado al que desconocían, América.