La llamada "inteligencia artificial" (IA) tiene su origen a finales de la Segunda Guerra Mundial con los trabajos de Alan Turing y su Máquina Universal, desarrollada unas décadas antes. Turing fue un matemático, biólogo y filósofo británico que, con su creación, demostró que mediante un dispositivo físico se podía implementar cualquier cómputo formalmente definido. Sin embargo, ya mucho tiempo antes y posteriormente a Turing, son numerosos los científicos y estudiosos que se aplicaron a desarrollar nuevas formas de interactuar con los algoritmos.
La Inteligencia Artificial es una disciplina inserta en el campo de las ciencias de la computación y se explica, según la Real Academia Española, como "un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas y que pueden mejorar conforme recopilan información." De acuerdo a quienes se dedican al estudio de esta especialidad, este tipo de inteligencia no tiene como fin reemplazar a los humanos sino contribuir a mejorar significativamente los múltiples campos y capacidades donde se actúa.
Con el acelerado avance científico y tecnológico de estas últimas décadas, la inteligencia artificial actúa sobre diversos y variados campos y subcampos, desde el aprendizaje y la percepción hasta el reconocimiento de voz, los teoremas matemáticos, la generación de imágenes y la reconstrucción de documentos y fotografías antiguos o la escritura literaria y el diagnóstico de enfermedades.
Según especialistas como Russell y Norvig, esta disciplina "sintetiza y automatiza tareas que en principio son intelectuales y, por lo tanto, es potencialmente relevante para cualquier ámbito de diversas actividades intelectuales humanas. En este sentido, es un campo genuinamente universal."
¿Cómo se mejora la arquitectura y eficiencia de una inteligencia artificial? Estos procesos incluyen la ejecución de sencillos algoritmos hasta la interconexión de complejas redes neuronales artificiales que intentan replicar los circuitos neuronales del cerebro humano y que aprenden mediante diferentes modelos de aprendizaje tales como el aprendizaje automático, el aprendizaje por refuerzo o el aprendizaje supervisado, según afirma Txema Rodríguez en uno de sus estudios.
Por otro lado, el desarrollo de la inteligencia artificial sigue propiciando la aparición de nuevas aplicaciones que impactan sobre la vida cotidiana lo cual ha puesto en debate cuestiones o campos de estudio como la roboética o la ética de las máquinas que comienzan a analizar el manejo responsable y ético que deberían ser contemplados respecto de estas tecnologías. De lo que se trata es de establecer frente a los efectos y consecuencias sobre las vidas humanas, cuál debería ser el proceder de su manejo y las reglas que estas máquinas deberían cumplir.
No obstante, frente a estos nuevos desarrollos, no es para descartar la reflexión y cautela respecto a las implicancias sobre la humanidad, en especial por la acelerada complejizacion de la inteligencia artificial y las consecuencias presentes que se derivan de su uso, por caso, en el trabajo humano y como sostiene la psicoanalista Helga Fernández: "hay un plan sistemático y voluntario de suplantar a los humanos, no porque las inteligencias artificiales puedan más que los humanos sino porque no tienen carne; es decir, no tienen necesidades, se acelera todo el proceso, se puede abolir un poco más la lentitud del tiempo, no hacen sindicatos, no se mueren, no sienten."
Por Adriana Gil