Se cumplen hoy ciento veintitrés años del nacimiento del
gran escritor argentino Roberto Godofredo Christophersen Arlt ocurrido en
Buenos Aires el 26 de abril de 1900. Su infancia transcurrió en el barrio
porteño de Flores y a los nueve años de edad fue expulsado de la escuela
primaria.
Ya de adolescente Roberto Arlt descubrió el esperanto y
comenzó a frecuentar la biblioteca anarquista de su barrio. Se fue de casa a
los diecisiete años y sobrevivió realizando toda suerte de oficios: pintor de
brocha gorda, ayudante en una librería, aprendiz de hojalatero, peón en una
fábrica de ladrillos y estudiante fracasado de la Escuela de Mecánica de la
Armada. Pero ya en 1920, publicó Las
ciencias ocultas Buenos Aires y en 1922, se inició en el periodismo en el
periódico Patria, que pertenecía a la Liga Patriótica Argentina, organización
paramilitar, católica y ultraderechista, por lo que duró poco su colaboración.
Más adelante escribiría para Izquierda, Extrema Izquierda y
Ultima Hora. En 1926 apareció publicada su primera novela, El juguete rabioso. Comenzó en esta época a escribir en la revista
Mundo Argentino. Dos años después ya era redactor de los diarios El Mundo,
Crítica y La Nación.
En 1929 la editorial Claridad publica su segunda novela, Los siete locos. Sus cuentos se publican
en El Hogar, Metrópolis, Azul, mientras sus aguafuertes ya son famosas y
esperadas. En 1930 se vincula con la Liga Antiimperialista contra Uriburu,
también firmará el manifiesto por la creación de un sindicato de escritores
revolucionarios. En 1931 aparece Los
lanzallamas, segunda y última parte de Los
siete locos. Un año después aparece su última novela, El amor brujo, y empezó a sentirse interesado por el teatro.
Estrenó su obra 300 millones.
Al mismo tiempo de su actividad como escritor, Arlt buscó
constantemente hacerse rico como inventor, con singular fracaso. Formó una
sociedad, ARNA (por Arlt y Naccaratti) y con el poco dinero que el actor
Pascual Naccaratti pudo aportar instaló un pequeño laboratorio químico en
Lanús. Llegó incluso a patentar unas medias reforzadas con caucho, que no
llegaron a ser comercializadas.
También se publicaron sus Aguafuertes porteñas y tras su viaje a España, dos meses antes del
inicio de la sublevación, publicó en 1936 las Aguafuertes españolas.
Murió el 26 de julio de 1942 en Buenos Aires, a causa de un
infarto.
En sus relatos se describe de modo descarnado e intenso las
bajezas y grandezas de personajes inmersos en ambientes indolentes. De este
modo retrata la otra Argentina, no la de las clases bienpensantes sino la de
los recién llegados, la de los inmigrantes que intentaron insertarse en un
medio regido por la desigualdad y la opresión. Esto le costó el desprecio de la
elite cultural de su época que además lo acusó de escribir de un modo
"descuidado". Su capítulo más recordado es el de las diferencias
reales o aparentes que enfrentaron a los grupos de Florida y Boedo. Aunque
mantuvo relaciones con los escritores adscritos al primero (por algún tiempo
fue secretario de Ricardo Güiraldes, a quien dedicó El juguete rabioso, y colaboró en la revista Proa), Arlt no dejó de
sufrir el desdén de los martinfierristas, representantes de un arte minoritario
y europeizado, jóvenes cultos que parecían detentar los derechos a la tradición
literaria y a la renovación.
Sin embargo, la obra de Arlt respira una vitalidad pocas
veces igualada en la literatura argentina del siglo XX y detrás de sus
incorrecciones se asoma la gestación de la nueva realidad social de su país. En
los años subsiguientes a su muerte ganó el merecido reconocimiento de la
crítica, Cortázar fue el primer autor en reivindicar abiertamente su obra, y
actualmente es considerado como el primer autor moderno de la República
Argentina.
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